Aprender a recibir

Nos enseñan a dar, pero a pocos nos enseñaron a recibir. Vimos a nuestros padres como no sabían recibir, sobre todo las mujeres; quienes estaban acostumbradas a sacrificarse y no sabían ni siquiera, pedir lo que necesitaban; pues bien, nosotros aprendimos de todo eso. Aprendimos desde como fuimos tratados. Si de pequeño pedíamos algo y nos trataron mal o nos decían: no tengo, ya queda registrada una impronta de no merezco. Si mamá o papá no estuvo en mi vida también, se queda una impronta de no merezco, o si mi mamá y papá no se amaron, entonces hay un mandato interno: no puedo tener más amor del que ellos se tuvieron.

Esto es una forma de no recibir. Luego vamos creciendo y miramos el mundo desde nuestros programas, en nuestros programas van incluido, juicios, creencias, lealtades y juramentos conscientes o inconscientes, que definen la manera en la que vemos la vida; y esta es una forma de no recibir todo cuanto la vida tiene para mí, ya que si yo estoy mirando el mundo desde mis programas es lógico que no pueda recibir aquello que no veo porque no lo tengo registrado en mi programación.

Los juicios son los que más nos alejan de recibir todo lo que hay, por ejemplo, en estos días una amiga que está en otro país me dice: “estoy saliendo con un hombre 10 años menos que yo, la pasamos bien, pero es menor que yo muchos años, eso no creo que dure mucho”, ella ya se esta cerrando a recibir lo que puede tener de él, por tener juicios, que si no los tuviera disfrutaría mas del momento presente y quien sabe si esa relación pudiera durar más.

También nos cerramos a recibir cuando estamos con la pareja o amigos y resulta que estoy proyectando mi historia o mis conflictos, al no poder percibir al otro como un individuo sino, como mi proyección no logro verlo tal cual es; por ejemplo una chica que le molesta que su pareja no la acompañe a hacer ciertas actividades, siente que lo apoya en todo, pero lo señala a él como aburrido y que no le gusta salir de casa. Ella se molesta porque quiere que el la acompañé, aquí vemos que el juicio y el control no le permite ver mas allá. Profundizando en su caso, tiene una necesidad de padre, ya que el padre estuvo presente pero no estuvo emocionalmente para ella, entonces proyecta la necesidad de compañía del padre en la pareja. Cuando hacemos eso no reconocemos al ser que está en frente de nosotros, estamos haciendo juicio porque proyecto algo mío sobre el y no respeto que el simplemente no le gusta, aquí ella tiene que aprender a hacerlo sola, y ser feliz con eso, porque cada quien es como es y está bien que sea así.

Otro ejemplo de como los juicios nos alejan de recibir seria este: había en una ocasión en un grupo para una actividad presencial, una mujer que dependía económicamente de su pareja y otra que producía su dinero por sí misma; para esta mujer era inconcebible que su compañera dependiera de su esposo, tenía juicios con la idea de que si un hombre da dinero a su pareja, esto significaría estar a merced de él y le permitiría que él dirija tu vida. Eso la limitaba a ella de recibir de su pareja.

Si eres una persona que tiene muchos juicios, vives criticando a todo el mundo, sacando conclusiones de lo que pasa, de lo que dijo o no dijo alguien, ya aquí te estás cerrando a recibir.

Ocurre otras veces que estamos exigiendo afuera que nos den lo que necesitamos, exigimos dinero, afecto, atención, queremos un príncipe azul, millonario que nos trate como princesas y nos resuelva la vida, ¿qué tal si pudieras pedirte a ti mismo darte eso que buscas en los demás?

Hacer todo por tu cuenta o dar y dar, no te permite recibir de los demás.

¿Cómo podrías ser un bálsamo para ti mismo y para otros? Porque eres un ser que no te juzgas, porque aceptes a cada uno como es, incluyéndote a ti mismo.

No saber pedir lo que queremos es también cerrarse a recibir; pedimos con quejas, con peleas, con rabia y/o con drama ¿Pero cuantos de ustedes piden directamente lo que necesitan? o ¿Cuantos sacan conclusiones antes de tiempo sin haber pedido las cosas y esperar una respuesta? A veces ocurre como el chiste del gato:

A un hombre se le pincha la rueda del coche en plena noche circulando por una carretera solitaria. La casa más próxima que recordaba haber visto, estaba a 10 Kms. Así que se arma de paciencia, y se dirige a ella para solicitar ayuda. Por el camino va pensando, que si sería mejor pedir prestado un gato, que quizás no se fiasen de dejarle pasar para llamar por teléfono, que si podía despertar a un hombre que debía madrugar, o que si podía interrumpirle en un momento íntimo con su mujer. Va caminando, y se va calentando el asunto, que si seguramente parecerá una excusa, que debería haberse manchado las manos de grasa para aparentar, que no se van a creer que no lleva móvil, que sería mejor ofrecerle dinero por el gato, etc. Cuando por fin llega a la casa, llama al timbre, y le abre la puerta un amable agricultor y le pregunta afablemente:

– Buenas noches ¿Qué desea?

A lo que contesta nuestro personaje:

– ¿Sabe lo que le digo? Que se meta el gato dónde le quepa.

El gran problema para recibir es que no has estado dispuesto a recibirte a ti mismo en tu vida, y que juzgas lo mal que hay en ti cuando eso podría ser tu potencial.

Cuando en tu vida comiences a recibir lo grandioso que eres, todo comenzara a cambiar.

A veces estar pegado en el dolor del pasado nos limita recibir de nosotros.

Deja los juicios y ábrete a recibir todo lo que la vida tiene para ti, en ese momento tu vida comenzara a cambiar.

3 comentarios en “Aprender a recibir”

  1. Ana María Gomez Oviedo

    Quiero agradecerte por esta publicación, eres clara y es bueno que le digan a uno son rodeos que pasa, eliminas las voces del ego y aclaras lo que debes hacer por ti y para ti. Gracias, gracias, gracias

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