Por mi propia experiencia y por experiencia de pacientes he visto como el drama con lo masculino queda grabado en el clan y se hereda información sobre este que abre la puerta a un centenar de vivencias al resto de los descendientes de un árbol.
Hay varios conflictos que antecede y que precede en este conflicto.
Cuando en un clan una mujer vive violencia de un hombre ya sea física o psicológica y cuando digo psicológica porque la violencia puede tener muchas aristas que pueden pasar desapercibidas como por ejemplo prohibir una forma de vestir o que la mujer salga a trabajar que se relacione con quien ella quiera, eso también es parte de la violencia, pero continuo, cuando una mujer vive una situación de violencia, maltrato, abandono ya se emocional o físico deja una impronta al resto de la descendencia de que el hombre puede hacer mucho daño o se relaciona dolor con lo masculino.
También puede ocurrir que el hombre murió joven y deja a la familia quedando desprovista de protección, esta mujer vive el drama de quedarse sola con los hijos y también queda una impronta de sufrimiento en relación a la ausencia del hombre, así como una impronta en los hijos de perder al padre y a la madre, ya que al padre morir la madre tiene que hacer el rol de cabeza de familia dejando a un lado el rol materno y así los hijos de alguna forma pierden a los dos padres (esto no es en todos los casos), otro caso puede ser que el hombre haya estado presente pero ausente emocionalmente.
Entonces en conclusión un hombre ausente por muerte o por falta de participación emocional en la familia o porque es un maltratador y castrador deja una impronta a sus descendientes de “es mejor no relacionarse con los hombres, porque con este hay dolor”.
Las consecuencias de esto pueden ser varias que en una familia haya ausencia de hombres puede ser que estén físicamente pero se convierten en inmaduro emocional y es igual que tener un niño en casa, pero lo que no nos damos cuenta las mujeres es que por esa impronta que llevamos convertimos a los hombres en unos niños, los hacemos dependiente, lo invalidamos en su masculinidad y todo porque llevamos la información de que los hombres son malos.
Muchas mujeres en consulta se quejan de no querer tener relaciones sexuales con sus maridos y alegan “es que es como un niño”, si para el inconsciente el marido es un niño entonces pasó a ser mi hijo y una madre no tiene sexo con un hijo. Aquí las cosas se complican ya que por un lado la mujer atrae un inmaduro emocional a su vida o el hombre se comportaba como hombre antes de casarse con esta y luego cambio (como he escuchado en consulta) quizás no es que cambio, mi percepción cambio y al cambiarla llevo al otro a actuar mis conflictos internos ya que debemos recordar que todo es una proyección de lo que tengo dentro, y para completar esta historia si yo atraigo a un inmaduro emocional es porque yo también soy una inmadura emocional en el otro polo, ya que cuando quiero controlar todo, invalidar a este hombre y exigir que haga lo que yo diga o hacerlo dependiente, estoy siendo una inmadura, ya que cada quién es lo que puede y debe ser, y no soy nadie para cambiar al otro ni siquiera cuando decidimos que es por su bien, ¡es por su bien o es por el tuyo?.
Lo cierto es que cuando no le damos espacio a lo masculino se desprende de allí muchas enfermedades, problemas en los senos, en el útero, vaginales en general, conflictos en la estructura del cuerpo o sea huesos, cartílagos, caída del cabello, entre otros, porque en la naturaleza somos dos, macho y hembra, hombre , mujer, masculino y femenino, la mujer puede tomar parte de lo masculino para enfrentarse a la vida con fuerza y firmeza pero desde su posición femenina y el hombre así mismo poder ser nutricio, dulce y compresivo desde su lado masculino, debemos tener en cuenta que la historia ha cambiado y que muchos de los programas que heredamos ya no se aplican a nuestra historia actual del mundo, siempre he pensado que cuando una mujer se hace cargo de sí misma, es fuerte, pero dulce, es decidida pero femenina, se respeta a sí misma y puede ver con amor a los demás y no atraerá a un hombre que la desvaloriza porque ella vibra en abundancia en respeto y en amor, así que a las mujeres nos toca reinventarnos, pedir a los ancestros permiso para vivir diferente honrándoles por la vida que tuvieron que nos permitió estar aquí y continuar la vida, tomar la vida como me fue dada y conquistarme a mí misma y al mundo. Así somos las mujeres valientes, libres perfectas pero debemos reencontrarnos con eso y soltar y vivir nuestro propio destino. Cuando nos damos nuestro lugar se lo damos al mundo.